José Nolberto es un joven que ama profundamente la tierra que lo vio nacer: Ciudad Eten (Chiclayo-Lambayeque). Cada día sueña con un alba diferente y ese afán lo impulsó a dar vida a su primer poemario “Canto al amanecer”, en el que también habla del ser amado.


Lo conocí cuando él tenía 6 años. Yo recién había ingresado a la universidad y por cursar estudios superiores se me permitió cubrir una licencia de tres meses en la IE Divino Niño del Milagro Nº 11027, en Ciudad Eten. José Nolberto Neciosup Chafloque fue uno de los 53 niños a quienes enseñé primer grado y su ternura dejó un recuerdo imborrable en mi vida.

Cada niño tenía su historia pero José aprendió a madurar rápidamente. Su madre, una mujer luchadora, llegaba a verme y compartía conmigo su afligida vida: era víctima de maltrato. José también era agraviado y en varias ocasiones asistía a clases con huellas en su espalda. Se me partía el corazón e intenté brindarle cariño pues historias así había muchas más en el aula. Un día, José –que la mayoría de veces ni desayunaba pues no había nada en casa—llegó contento con una sortija que tenía un pequeño corazón y me dijo: “es para ti profesora porque te quiero mucho”. Ese gesto me permitió entender que estaba frente a un niño que sufría, pero que estaba decidido a vencer todos los obstáculos y que haría todo lo posible por alcanzar sus sueños.

Hace unos días, José Nolberto me visitó para invitarme a la presentación de su primer poemario “Canto al Amanecer” y me pidió escribir la introducción que hoy comparto con ustedes.

DE MI TIERRA Y SUS TRADICIONES 

El sabio Antonio Raymondi en una de sus visitas a Eten, calificaba a nuestra tierra como “una población que se ha hecho célebre en el Perú por el misterioso origen de sus habitantes”. 

José Nolberto agradece el apoyo de su madre Victoria, ubicada en la mesa de honor encabezada por el P. Eleuterio Vásquez Gonzales.

Misterio o verdad sobre el origen de los etenanos, lo cierto es que existe una fuerza en los descendientes de la cultura Mochica. Y el orgullo de quienes tenemos sangre etenana se traduce en diversas manifestaciones de amor hacia lo nuestro: costumbres, comida, oficios, ancestros.

En esta oportunidad Ciudad Eten cobra notoriedad por un producto que sale a la luz gracias a la pluma de José Nolberto Neciosup Chafloque. El poemario “Canto al amanecer” rescata el sentimiento de un joven que ama a la tierra que lo vio nacer y que –como todo joven—se ve envuelto en amores y desamores que se traducen en palabras hacia el ser amado.

En la primera parte del poemario, denominada “De mi tierra y sus tradiciones”, esta publicación nos habla de la mujer etenana, trabajadora y fiel. Su apariencia se traduce en frases como

“¡Tu piel cobriza!... eres una hermosura” o “me enseñaste las primeras letras, con tu ignorancia, hacías de ello una retreta”. Las damas tejedoras también tienen espacio en este poemario y Nolberto las alaba con detalles como “tu mirada en el sombrero y tú vas poniendo junco con esmero”. Así es la mujer etenana: bella, humilde y diligente.

Jóvenes etenanos leen con entusiasmo la primera producción literaria de José Nolberto.

Conocida como “Tierra de Músicos” y “Tercera Ciudad Eucarística del Mundo” el poemario “Canto al amanecer” dedica algunas líneas a nuestra ciudad bendita “donde melodía, es la marinera con arpa, no la escucha cualquiera” o “mi tierra, del río, del mar y del cerro enterrarme aquí, al morirme quiero”; siempre destacando “del milagroso niño, su hermosura”. La herencia Moche se refleja en expresiones como “Mi tierra, nostalgia de los moches que hasta en sueños los tengo cada noche”.

En cada creación están presentes las costumbres etenanas como el piqueo, la chicha, el batán y la jarana: “la chola, saca el pañuelo porque hay jarana, no hay duelo”.

El profesor Gustavo Cumpa Carvallo dirigió la ceremonia y la nota artística estuvo a cargo de Angel Torres (guitarra) y José León (banjo).

Es importante recalcar que la comida etenana, es espectacular, especialmente la boda, el espesado, el pepián de pavo y el conejo hornado. En cuanto a bebidas, la chicha de jora es infaltable en la mesa y compromisos familiares, especialmente si es servida en los famosos “potos” que también son mencionados en “Canto al amanecer”. Y como los dulces no podían faltar, José Nolberto se atreve a retar al Divino Hacedor al hablar del alfeñique: “con el aroma haces provocar a nuestro Dios, que ya quisiera bajar”.

DE AMORES Y DESAMORES

La segunda parte del poemario se llama “De amores y desamores” con reflexiones sobre la tristeza que deja un amor, la soledad, nostalgia, esperanzas, añoranzas que se manifiestan en composiciones como “El hombre que ayer te amó hoy, de otra se enamoró”, “Solo, como el muelle que a los barcos esperando está sentado aquí, nada ha cambiado, sigo solo, con la esperanza de que tú puedas regresar”; “Hoy mirando al cielo, recuerdas aquel amor sincero tú decidiste, hacer nuestros corazones, infelices”, “El sol cayendo en el horizonte me trae tu voz con el viento”, “Me imagino aquella tu sonrisa que un día me dibujaste”, “El cielo claro y el sol con su resplandor es propicio para gritar nuestro amor”, “Sin mirarte a los ojos, quiero navegar hasta lo más profundo de tu corazón”, “El destino se volvió a reír de mi, tú jamás volviste a aparecer” y “Quiero que sepas, que como a mi Dios, tu imagen adoro”. 

Etenanos y amigos asistieron a la presentación de "Canto al amanecer"

Ciudad Eten mantiene ese misterio y es gracias a quienes apuestan por hacer algo diferente, que es posible conocer más de su gente y todo lo que la hace incomparable. “Canto al amanecer” es un proyecto hecho realidad y con él, las ganas de seguir apostando por la juventud y su talento.